sábado, 3 de septiembre de 2011

Espiritual no virtual


Quienes utilizamos internet como medio de comunicación, para hacer llegar o para recibir contenido que ayude a nuestra madurez espiritual, debemos ser cuidadosos de no confundir el medio con un fin.
Esta forma de comunicación, tiene por objetivo acercar al que la accede, una experiencia, una moción, quizás, por qué no, hasta una revelación. El efecto que busca es motivar, incentivar, la búsqueda de un encuentro, más íntimo y también más frecuente con Cristo y su iglesia.
Nunca, esta forma de encontrarnos entre los hermanos, va a sustituir la gracia y la bendición de reunirnos y congregarnos presencialmente.
El único que tiene derecho a participar espiritualmente de nuestras reuniones es Jesús, todos los demás, tenemos que aportar nuestra presencia física.
Por la distancia, los horarios de trabajo, las obligaciones familiares y otras razones justificadas, hay veces que no podemos asistir a las reuniones de comunidad. Pero estas causas deben ser reales impedimentos, y no simples excusas. Aún en la imposibilidad de asistir, tenemos el compromiso de participar de estos encuentros. ¿De qué manera? Haciendo llegar nuestros comentarios, nuestras dudas y aún nuestros desacuerdos.
Vivimos en un cambio de época cuando muchas cosas se pueden hacer desde una máquina, ‘reunirnos’ con un amigo, familiar o hermano, vigilar nuestra casa mientras estamos en el trabajo, criar una mascota y encender la lavadora.
Una época en la que nos es más fácil comunicarnos con la radio, el mp3, la tv, la pc, el móvil, que con las personas, y si nos descuidamos podemos quedar recluidos en nuestra soledad, teniendo por guardianes a nuestra comodidad o nuestra pereza.
Algunos de nuestros ancestros tuvieron que hacer muchos kilómetros, a pie, a caballo o en carros, para poder escuchar una prédica que los edificara, nosotros tenemos todo al alcance de nuestras redes sociales, pero ¿lo estamos aprovechando?
El cristianismo puede aprenderse mirando un video, o leyendo un libro electrónico, pero hay una sola manera de ejercitarlo y es entre la gente y con la gente.
Nuestro Señor Jesucristo, trataba de estar tiempo a solas, pero nada más que para encontrarse con el Padre, para intercambiar ideas, para escuchar consejos y directivas, pero su ministerio lo cumplió caminando de pueblo en pueblo, reuniéndose con su comunidad y anunciando entre las personas.
¿Puede el discípulo ser más grande que su Maestro? Lucas 6:40

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