Quienes
utilizamos internet como medio de comunicación, para hacer llegar o para
recibir contenido que ayude a nuestra madurez espiritual, debemos ser
cuidadosos de no confundir el medio con un fin.
Esta forma de
comunicación, tiene por objetivo acercar al que la accede, una experiencia, una
moción, quizás, por qué no, hasta una revelación. El efecto que busca es
motivar, incentivar, la búsqueda de un encuentro, más íntimo y también más
frecuente con Cristo y su iglesia.
Nunca, esta forma
de encontrarnos entre los hermanos, va a sustituir la gracia y la bendición de
reunirnos y congregarnos presencialmente.
El único que
tiene derecho a participar espiritualmente de nuestras reuniones es Jesús,
todos los demás, tenemos que aportar nuestra presencia física.
Por la distancia,
los horarios de trabajo, las obligaciones familiares y otras razones
justificadas, hay veces que no podemos asistir a las reuniones de comunidad.
Pero estas causas deben ser reales impedimentos, y no simples excusas. Aún en
la imposibilidad de asistir, tenemos el compromiso de participar de estos
encuentros. ¿De qué manera? Haciendo llegar nuestros comentarios, nuestras
dudas y aún nuestros desacuerdos.
Vivimos en un
cambio de época cuando muchas cosas se pueden hacer desde una máquina,
‘reunirnos’ con un amigo, familiar o hermano, vigilar nuestra casa mientras
estamos en el trabajo, criar una mascota y encender la lavadora.
Una época en la
que nos es más fácil comunicarnos con la radio, el mp3, la tv, la pc, el móvil, que con
las personas, y si nos descuidamos podemos quedar recluidos en nuestra soledad,
teniendo por guardianes a nuestra comodidad o nuestra pereza.
Algunos de
nuestros ancestros tuvieron que hacer muchos kilómetros, a pie, a caballo o en
carros, para poder escuchar una prédica que los edificara, nosotros tenemos
todo al alcance de nuestras redes sociales, pero ¿lo estamos aprovechando?
El cristianismo
puede aprenderse mirando un video, o leyendo un libro electrónico, pero hay una
sola manera de ejercitarlo y es entre la gente y con la gente.
Nuestro Señor
Jesucristo, trataba de estar tiempo a solas, pero nada más que para encontrarse
con el Padre, para intercambiar ideas, para escuchar consejos y directivas,
pero su ministerio lo cumplió caminando de pueblo en pueblo, reuniéndose con su
comunidad y anunciando entre las personas.
¿Puede el
discípulo ser más grande que su Maestro? Lucas 6:40
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