viernes, 24 de septiembre de 2010

2 x 2 de la Evangelización

Muchas veces sucede, que a pesar de haber tomado conciencia de nuestra responsabilidad misionera, la que hemos adquirido por haber elegido, por propia voluntad, ser discípulos de Cristo, no sabemos cómo ponerla en práctica.

Existen distintas maneras de hacerlo, pero para establecer un método de trabajo, es necesario que nos concentremos y lleguemos a dominar el empleo de una de ellas, de forma que no se nos presenten dudas, que estemos seguros de saber a lo que vamos, y de no estar improvisando.

Los autores modernos que ponen su énfasis en la evangelización y el impulso misionero de la Iglesia, citan a la exhortación EVANGELII NUNTIANDI - DE SU SANTIDAD PABLO VI- 8/12/1975 como texto básico, fundamental e inspiradora de esta actividad.

¿Qué significa Evangelizar?

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad. (18)

Para establecer una regla nemotécnica vamos a recordar esta tarea como la del 2 x 2 ya que la vamos plantear en un esquema de 2 mensajes para 2 propósitos.

Los dos mensajes

La tarea consiste en llevar dos mensajes:

1.     Un testimonio al amor del Padre
No es superfluo recordarlo: evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Verbo Encarnado, (26)

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no muera, sino tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Esta primera parte del mensaje, debe apelar a la nostalgia del amor de Dios, que la persona tenga en su corazón. Dependiendo del contexto en el que nos hayamos encontrado, podremos ayudar a la persona a traer hacia la superficie esa necesidad de encontrarse con Dios, que lleva grabada en su corazón. Y una vez allí, hacerle saber que ese vacío que hay en su alma no es otra cosa que el desconocimiento de saberse amado por Papito Dios.

Hay situaciones más propicias que otras. Por marcar extremos, es mucho más propicio si la persona está sintiendo soledad, que si nos encontramos con ella en medio de una fiesta.

2.     Centro del mensaje: la salvación en Jesucristo
La evangelización también debe contener siempre —como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo— una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios (27)

Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por mí. (Juan 14:6)

Después de haberle hecho saber, que eso que tanto ansía en su corazón es el amor de Dios, enseguida, debemos ofrecerle la forma de satisfacer esas ansias. Debemos presentarle a Cristo, contarle lo que ha hecho por ella, decirle que está ahí dispuesto a entrar a su corazón.

Los dos propósitos

La tarea se da por cumplida cuando se logran dos propósitos:

1.     Llegar al corazón del evangelizado

Efectivamente, el anuncio no adquiere toda su dimensión más que cuando es escuchado, aceptado, asimilado y cuando hace nacer en quien lo ha recibido una adhesión de corazón.

Es decir, que lo que digamos o hagamos, tiene que estar dirigido, motivado, por lograr que aquél que nos está recibiendo, sea ‘tocado’ en su corazón por la acción del Espíritu Santo.
No vamos a convencerlo con milagros - Mientras los judíos piden milagros – ni tampoco intelectualmente - los griegos van en busca de sabiduría – únicamente Cristo, por medio del Espíritu Santo, podrá conmover su corazón - nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado (1 Cor:22-23)

2.     Integrarlo a la comunidad de la Iglesia

Tal adhesión, que no puede quedarse en algo abstracto y desencarnado, se revela concretamente por medio de una entrada visible, en una comunidad de fieles. Así pues, aquellos cuya vida se ha transformado entran en una comunidad que es en sí misma signo de la transformación, signo de la novedad de vida: la Iglesia, sacramento visible de la salvación (23)

Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. (Juan 17:21)

Sólo con conmover a la persona, no alcanza. Esto puede llegar a ser una mera manifestación emocional. Un parpadeo espiritual, que se termine con la conversación. Nuestra meta final es lograr que la persona se integre a la Iglesia.

Para ello servirá como motivación, el testimonio de vida comunitaria de cada uno de nosotros, que con realidades distintas, con distintas necesidades, podremos dar razón de las bendiciones que hemos recibido por ser miembros de una comunidad cristiana.

La oportunidad

Tenemos una oportunidad, no sabemos si vamos a tener otra. Como al cazador que le queda una sola bala en su arma, no podemos fallar. Por eso es importante que en esa oportunidad la persona pueda abrirle su corazón a Cristo, para empezar a tener una relación íntima y personal con Él, luego el Espíritu Santo se encargará del resto.

Por lo tanto es buena cosa, invitar al evangelizado a tener una pequeña charla con Jesús, en ese momento, en oración.

Le podemos invitar a que cierre sus ojos, piense en Cristo tal cual se lo imagina y le diga más con el corazón que con los labios:

Querido Jesús, necesito de ti, te doy gracias por tu vida, la que entregaste para que mis pecados fueran perdonados. Te pido que vengas a mi vida. Te acepto como mi único Señor y Salvador y te ruego que hagas en mí, para que yo sea la persona que tú quieras que sea.
Cuando llegues Señor, ayúdame a conocerte, a encontrarte en la comunidad de la Iglesia y no permitas que nunca me separe de ti. Amén.

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