Hemos estado hablando, respecto a cómo acercarnos a los demás, para llevar la Buena Noticia, qué cosas deberíamos anunciar, la forma como hacerlo, la disposición a escucharlos y a entender sus razones, expectativas, costumbres, y necesidades. También la mirada desprejuiciada y misericordiosa con la que nos debemos disponer a acercarnos. Ahora deberíamos pensar quiénes son y dónde encontramos a esas personas.
¿Qué nos dice Jesús al respecto? ¿Cómo planificó el trabajo misionero, cuáles fueron sus ins-trucciones? Vamos a especular un poco, tomando como referencia las directivas que dio a los primeros discípulos y trayéndolas al escenario de hoy día.
Hacia su pueblo:
Las primeras instrucciones dadas a los Doce fueron: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Mat 10:5-6
El pueblo de Israel, el pueblo elegido, con quien Dios padre hizo su primer pacto y a quienes estaba dirigida la promesa originalmente. Aquellos que conocían de la venida del Mesías, que lo esperaban con ansias, que lo buscaban afanosamente en las Escritura. Es decir que estaban preparados para recibirlo, tanto: religiosa, cultural como intelectualmente.
De ellos Jesús quería levantar sus discípulos y misioneros, porque sabían lo que adoraban, sabían qué significaba el Mesías para la vida del hombre. Hoy en día, este pueblo de Israel, somos los cristianos, los que le hemos aceptado y nos constituimos en sus discípulos.
Distinguiéndonos de los incrédulos, el apóstol Pedro nos identifica como: Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz 1Pe 2:9
Pero aún así, es necesario que Jesús llegue hasta nosotros para ayudarnos a perseverar y crecer en la fe, para que lleguemos a conocerle personalmente, a entender sus enseñanzas a no fallar a ellas, a mantenernos junto a Él, porque separados nada podemos hacer.
¿En qué ámbito sucede ese encuentro? Este es el típico trabajo parroquial: celebración de Misas, catequesis, formación de guías y distintos responsables, reuniones de comunidad, grupos de oración, retiros, seminarios, etc. Este tipo de tarea se llama Atención Pastoral.
Estas personas, son tus hermanos de comunidad, con aquellos que compartes la misa y los sacramentos. Han sido atraídos, quizás han sido evangelizados, pero es probable que muchos de ellos, todavía no se hayan convertido. Son los que el Señor llamó a formar parte de su comunidad, pero del que únicamente escucharon su llamado, todavía no le conocen, ni conocen el propósito para sus vidas.
Necesitan de ti, que te das cuenta de lo que está sucediendo con ellos, y tienes la voluntad de formarte y trabajar, para ayudarte y para ayudarlos. Necesitan que con humildad, los sirvas, acompañándolos para mostrarles al Señor. Necesitan que ores por ellos y colabores para que puedan recibir la promesa del Padre, el bautismo con el Espíritu Santo.
Hacia el pueblo que se alejó
Más adelante en el plan del Señor, una vez que la comunidad se hubiera formado con los primeros discípulos – todos judíos, todos cristianos, - vendría la segunda parte, el segundo objetivo, no sin antes, la comunidad unida, perseverante y obediente, recibiera la fuerza de su Espíritu. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra". Hch 1:8
Este segundo objetivo, trasciende los límites de la comunidad, apuntando primero a los hermanos, que un día formaron parte del pueblo, de la familia, pero que por distintas razones se separaron siguiendo otros caminos. En aquella época los samaritanos.
En el 926 a. C. – Diez tribus de las doce de Israel se rebelaron, se enfrentaron al hijo del rey Salomón, el rey Roboam, y se separaron de Judea, eligiendo como rey a Jeroboam. Surgiendo así dos reinos: el del norte y el del sur. En el reino del norte, con el tiempo, se fundó Samaria. La separación, derivó en idolatría, como muchas veces terminan los actos de desobediencia y desunión. Eso hizo que se produjera una gran rivalidad entre judíos y samaritanos.
A esos hermanos alejados nos manda ir el Señor. ¿Quiénes son esos hermanos hoy en día? Son aquellos que pasaron por nuestras comunidades y ahora no están, quizás les hayan resultado muy duras las enseñanzas, la obediencia a la doctrina de la iglesia, o simplemente se fueron quedando atrás en el camino. Lo cierto es, que no llegaron a conocer a Jesucristo personalmente, ya que de otra forma, no se hubieran separado.
Adoraban lo que no sabían, lo conocían de oidas. Tal vez hoy tengan recuerdos teóricos acerca de Jesucristo, pero no un conocimiento profundo que es el que surge de un encuentro personal con El. Ellos fueron evangelizados pero la vida cristiana se ha dormido en ellos: deben ser evangelizados nuevamente. Este tipo de tarea se llama Nueva Evangelización.
No todo está perdido con ellos, ya que una vez respondieron el llamado. Quizás fueron felices, disfrutaron de la familia y vaya a saber por qué causa que se cruzó en su camino, se apartaron en búsqueda de otras ‘soluciones’.
También necesitan de ti, que los recuerdes, que ores por ellos, que los llames o que los visites. Que les preguntes las causas por las que se apartaron, si les gustaría volver y qué cosas deberían cambiar en la familia para que volvieran.
Hacia los que están afuera
Finalmente, Jesús nos manda a “los confines de la tierra”, es decir, hacia los que no lo conocen, ni nunca tuvieron noticia antes de Él.
Son las personas, que no saben de Jesucristo, o tienen una imagen errada de El. Con ellos, la tarea consiste en anunciarles a Jesucristo y su Mensaje. Este tipo de tarea se llama Primera Evangelización, Tarea misionera específica o Misión Ad Gentes.
Esos son tus vecinos, tus compañeros de trabajo, tus compañeros de estudio, tus familiares. Tienen la necesidad, pero no saben qué necesitan. Andan buscando, pero no saben qué es lo que buscan.
También necesitan que tú les hables a Dios de ellos y luego les hables a ellos de Dios. Contarles como te está yendo en la vida a partir de que haber conocido a Cristo. Invitarlos a que vengan a escucharlo en las reuniones de comunidad, que se acerquen a preguntar y a esclarecer sus dudas. Que le den la oportunidad de hacer algo bueno de sus vidas.
¿A quién te diriges?
El Maestro ya ha puesto en tu corazón, la vocación necesaria para saber el camino que tienes que tomar: si hacia Jerusalén (hacia adentro de la comunidad) hacia Samaría (hacia los hermanos alejados) o a los confines de la tierra (hacia afuera). Busca hermano, busca en tu corazón, cuál es el camino que tienes que tomar. Ah… y no te olvides de pedir la fuerza del Espíritu Santo
Busca y escribe, lo que piensas que se puede hacer para llegar a destino, lo que te parece mejor, y sobre todo, lo que tú puedes hacer.
sábado, 7 de agosto de 2010
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