viernes, 22 de febrero de 2008

¿Necesito cambiar?

Introducción:
En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a un tiempo fuerte de arrepentimiento y de conversión.
En el Nuevo Testamento la palabra «arrepentimiento» es, por lo general, la traducción de la palabra «metanoia», que significa cambio de actitud, cambio de modo de pensar o de plan de vida. Mientras que la palabra «conversión», en las Escrituras es el efecto que acompaña al nuevo nacimiento, un volverse hacia Dios (gr. «epistrophë» = «volverse a»).
Cuando nos ponemos en plan de ‘conversión interior’ uno de los principales obstáculos con el que nos enfrentamos, son nuestros propios sentimientos, que nos impiden ver claramente, qué cosas de nuestra vida, requieren un cambio. Parecería que ante una lista de ‘Examen de Conciencia’, no merecemos menos de un BR (bueno regular).
Entrar constantemente dentro de nosotros mismos y vigilar nuestra alma es el camino necesario, ineludible para poder llegar a vivir una ‘penitencia de los sentimientos’.
Para entrar en nosotros es necesario que la memoria y el recuerdo se transformen como en un espejo en el cual nuestra alma está siendo examinada, percibida constantemente por nuestra conciencia, para ver hasta qué punto el sentimiento está enriqueciéndome o hasta qué punto está traicionándome. Hasta qué punto el sentimiento está dándome plenitud o hasta qué punto el sentimiento me está atando a mí mismo, a mi egoísmo, a mis pasiones, a mis conveniencias.
Por supuesto, que ese espejo debe reflejar necesariamente a NS Jesucristo, su vida, sus enseñanzas, entonces sí, vamos a poder comparar ‘lo que somos’ con ‘lo que deberíamos ser’
Desarrollo
Entra en la presencia del Señor lee Lucas 27-38, y con la ayuda del Espíritu Santo, y contesta sinceramente las preguntas.
Piensa en esa persona/s a quien no puedes perdonar, en esa persona que consideras tu enemigo ¿Qué te dicen tus sentimientos: que está bien que le guardes rencor, que está bien que le desees el mal? ¿Qué te dice el espejo?
27 "Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,

¿Sabes de alguien que esté hablando mal de ti, que te ha calumniado, que se burla de ti, te humilla o te destrata? ¿Qué te dicen tus sentimientos: que le devuelvas sus insultos, que hagas que los demás te vean bien a ti y mal a él ? ¿Le pides a Dios que le vaya mal? ¿Qué te dice el espejo?
28 bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan.

¿Qué pasa cuando alguien te hiere, cuando te hace sufrir, ejerce en ti algún tipo de violencia? ¿Qué te dicen tus sentimientos: que devuelvas golpe por golpe, que te defiendas agrediéndolo/la, que mereces un ataque similar? ¿Qué te dice el espejo?

29 Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra;

¿Te has sentido despojado/a de algo que considerabas tuyo: de un bien material, de una oportunidad que te pertenecía, de un lugar en tu carrera? ¿Qué te dicen tus sentimientos: que lo tuyo es tuyo y que lo defiendas a ultranza? ¿Qué te dice el espejo?

y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa.

30 A cualquiera que te pida algo, dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames.

Cuando se trata de considerar a los demás ¿piensas en sus expectativas, en sus sentimientos en su situación afectiva, socio cultural, económica? ¿Qué te dice el espejo?
31 Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes.

Si piensas que hasta ahora has logrado algún mérito “actuando bien” pero de acuerdo a tu conveniencia. ¿Tus sentimientos te llevan a actuar conforme a tu interés, a una mejora, a una ventaja, a una recompensa? ¿Piensas que aquellos que nada te dan a cambio, no merecen tu atención ni tu dedicación? ¿Crees que aquellos que no son agradecidos contigo, no merecen tu ayuda, tu servicio? ¿Qué te dice el espejo?
32 "Si ustedes aman solamente a quienes los aman a ustedes, ¿qué hacen de extraordinario? Hasta los pecadores se portan así. 33 y si hacen bien solamente a quienes les hacen bien a ustedes, ¿qué tiene eso de extraordinario? También los pecadores se portan así. 34 y si dan prestado solo a aquellos de quienes piensan recibir algo, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores se prestan unos a otros, esperando recibir unos de otros.

35 Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado sin esperar nada a cambio.

¿Cuál dice el espejo que ha de ser tu premio?

Así será grande su recompensa, y ustedes serán hijos del Dios altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malos.

¿Le exiges a Dios aquello que no eres capaz de dar a los demás? El espejo te responde
36 Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo. 37 "No juzguen a otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará.

Dice San Agustín: “se comporta con desfachatez el agricultor que va a buscar la cosecha donde sabe que no sembró” ¿Te cuesta dar? ¿Mides con el centímetro los favores y servicios que le haces a los demás? ¿Retienes para ti todo lo que puedes, argumentando que es el fruto de tu trabajo, que lo demás no merecen? ¿Haces muchas cuentas a la hora de decidir tu diezmo o tu ofrenda? ¿Te irritas cuando te piden un favor? El espejo te aconseja
38 Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes."
Aplicación
Si sometes el análisis de tu vida a un punteo sincero y objetivo, con el “Manual de Vida”, del que hemos tomado una brevísima porción para reflexionar, vas a descubrir muchas áreas de tu vida que tienes una oportunidad para mejorar.
Deja tus sentimientos de lado, porque ellos van a tratar de “defenderte”, van a argumentar a favor de ti mismo, encontrando una respuesta de porqué te comportas de tal o cual manera.
Piensa: haciéndole caso a tus sentimientos has llegado a ser como eres, en esas áreas de tu vida que al final, cuando pasas raya, no te hacen sentir feliz.
No creas que Dios te hace ver todas estas cosas, para hacerte sentir mal, ni para humillarte, ni para herirte, ni condenarte. Considera que Él te creó, que eres su hijo/a predilecto/a, que sabe lo que es mejor para ti, que es lo que te puede hacer sentir feliz, y que es lo que a la larga te va a hacer daño.
Piensa que no te puede dar aquello que no sabes manejar. No puede derramar más bendiciones sobre ti, que aquellas que puedas hacer rendir al 100 x 1, en ti mismo y en los demás.
Date esta oportunidad, identifica aquello que no anda bien en tu vida, respecto a las expectativas de de Dios, y una vez que las hayas identificado, pregúntale: ¿Qué debo hacer Señor?

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