viernes, 15 de agosto de 2008

El Discípulo, un comunicador

Introducción:
Una de las tantas competencias, habilidades, capacidades, o como convenga mejor llamarla, de las que debe disponer un Discípulo y Misionero de Cristo, es la de la COMUNICACIÓN.
Como tantas otras habilidades, esta se aprende de una sola forma, PRACTICANDO.
El mejor ámbito para practicar la Comunicación, es el de nuestro ambiente familiar, con los que más queremos, con los que más confianza tenemos, y a los que paradójicamente, más herimos con nuestras palabras.
Es por eso, que la propuesta para esta reflexión, es que con la ayuda del Espíritu Santo, reflexionemos con sinceridad y sin vergüenza cómo está nuestra nota en esta materia.
Desarrollo
La comunicación es muy diferente de la conversación; la comunicación es poner en común lo más valioso: es profunda, comprometedora, hace correr riesgos. Es fácil conversar, es muy difícil comunicarse de verdad. Pero la comunicación verdadera enriquece; la simple conversación sólo entretiene.

Esta es la diferencia fundamental si miramos el resultado: una cosa es hacer pasar el tiempo, y otra es hacer sentir más feliz a la persona, entregarle las propias riquezas interiores, alimentando su amor.

Factores dificultan la comunicación:
1. Egocentrismo y narcisismo: me creo el ombligo del mundo.

2. Superficialidad: la superficialidad da como resultado diálogos insulsos

3. Cansancio: llego muy cansado de mi trabajo, no tengo ganas de hablar; sólo de sentarme y ver televisión.

4. Dedo acusador: ese creerme que yo soy el inocente y el otro es el culpable.

5. Piedra en el zapato: tu mal humor, impaciencia, tu manía de juzgar mal al otro.

6. Dejar meterse a la familia política: suegros, hermanos...

7. Ausentismo del papá: como siempre, papá no está.

8. La caída del héroe: sea por infidelidad, alcoholismo.

9. El no tener una meta. No tener cimientos, ni columnas, ni argamasa...ni los planos de la casa que queremos construir.
Consejos para vencer esas dificultades:
  1. El clima de intimidad para una comunicación se forma, se construye, no se improvisa. Menos aún se puede imponer. Toda presión asusta. Ningún caracol sale de su concha protectora si lo golpeamos o lo molestamos para que salga. Sólo sacará su cabeza si capta que no hay peligro ni amenaza de peligro. Así también la comunicación. Nadie se abre ni puede abrirse porque el otro le dice “ábrete”.
  1. No confundir ideas y sentimientos. El sentimiento expresa sólo “algo de uno”. La idea expresa algo del otro. Un ejemplo típico de autoengaño es éste: “siento que estás enojado...”. ¡No! No se puede sentir interiormente algo que está fuera de uno; está en ti el enojo, no en mí. Es algo tuyo, no lo puedo sentir yo, sólo lo veo, lo constato. No es que “siento”, sino que “veo” que estás enojado. ¿Y qué siento (en mi interior) al verte enojado? Siento rabia, pena, miedo, preocupación...Esto es mío, nace en mí. Por tanto, hay que tener cuidado de no confundir “siento” con “me doy cuenta”.
  1. Prestar atención a los conflictos para resolverlos cuando se llega a enojos. Cuando hablan los esposos de sus dificultades matrimoniales es muy común oír una expresión como ésta: “lo que provocó la crisis fue una tontería”
  1. Cultivar el milagro del diálogo: no basta quererse, hay que decirlo. El diálogo es para el amor lo que la sangre es para el cuerpo. Restablecer el diálogo puede devolver la vida a una relación muerta. Por eso se llama el milagro del diálogo
  1. Sobre todo, amar con amor generoso, sacrificado. No debemos quedarnos sólo en “no herir los sentimientos del otro”, pues aquí nos quedaríamos en el amor en su aspecto emotivo, amor emotivo. Es verdad que hay que atender a nuestros sentimientos íntimos, hay quedarles salida, darles un nombre, reconocerlos, para poder expresarlos: sentimientos de alegría o pena, temor o rabia, simpatía o antipatía, cercanía o rechazo, ternura o asco, hambre o frío...Hay que saber reconocerlos como “mensajes” que nos advierten que pasa algo en nosotros. Pero nuestro amor no puede quedarse en los sentimientos. Hay que ahondar en el amor generoso, donde hay olvido de sí y entrega sacrificada.
Dios no ha querido vivir en solitario. En Dios hay tres personas que viven en una comunidad de amor, armonía y unidad. Son tres personas pero forman una sola naturaleza divina. No hay entre esas tres personas competencia, rivalidad, celos, conflictos...pues las tres son una sola cosa: en poder, amor, perfección, etc. Esa riqueza de comunicación entre las tres personas, quisieron compartirla con alguien, y por eso, hicieron la Creación. La Creación es la profusión del amor de las divinas personas, para compartirlo con nosotros, los humanos. Sólo nosotros podemos abrirnos al amor que él nos ofrece.
Aquí está mi invitación para el cambio total, radical en nuestra comunicación humana y matrimonial. Si queremos que nuestra comunicación familiar progrese, prospere y sea profunda y fecunda, hay que ponernos a la sombra de Dios mediante la oración diaria, personal, primero, y familiar, después. Sólo así nuestra comunicación tendrá la hondura y la profundidad que Dios quiere. Es en la oración donde Dios llenará de contenidos nuestra vida, y de peso interior y de virtudes.
Tomado de un artículo de: P. Antonio Rivero
Aplicación
La mejor aplicación que podemos hacer de esta reflexión, no es pensar primero en aquellas cosas que tenemos que hacer, sino en aquellas que no tenemos que hacer. Justamente, cuando se trata de reflexionar sobre situaciones que se dan de a dos (o más) tendemos a buscar los defectos del otro en lugar de analizarnos para saber si en algo estamos fallando, por aquello de la ‘paja en el ojo ajeno’.
Aprender a comunicarnos es tan importante como el contenido de lo que vayamos a comunicar, por eso, si no podemos hacerlo sin herir, sin atacar, sin tratar de sacar provecho, si no hay en nuestra intención una verdadera entrega, un renunciar a nosotros mismos, un ‘devolver bien por mal cuando toque’, entonces acerquémonos confiadamente a preguntarle ¿Qué debo hacer Señor? que Él mismo, con su manera de comunicar, con su manera de actuar, nos va a en enseñar, lo que necesitamos aprender.
Analízate, y no pierdas la oportunidad de la oración comunitaria, para pedirle al Señor que te ayude a ser cada día mejor, también en este aspecto.
Recuerda que Él necesita que tú seas un COMUNICADOR EFECTIVO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario