Por Gabriela Álvarez
Todos los que estamos en el camino del Señor sabemos que él nos manda perdonar, es un mandato de amor de nuestro papito del cielo. La enseñanza es clara pero aun con años en el camino del Señor seguimos enfermos, estancados por no aplicarla, o por no saber aplicarla.
Ese no saber o no
poder aplicarla es porque cuando se mezclan los sentimientos, nos terminamos
olvidando que el perdón es una decisión. Entonces entran nuestros sentimientos
heridos y nuestros argumentos.
Yo tengo razón
etc. ¿Y si tengo razón porque tengo que perdonar? ¿Porque tengo que hacerlo si
nunca me pidieron perdón?
En tiempo de
cuaresma es bueno recordar lo dicho por el profeta Isaías “El ayuno que a mí me agrada es que liberen
los presos encadenados injustamente, es que liberen a los esclavos, es que
dejen en libertad a los maltratados.”
Es claro cuando
se refiere a los demás debemos liberar al hermano que etiquetamos, sea porque
no piensa igual a mi o no hace las cosas a mi modo. Entonces es incapaz de pocas
luces, etc. etc. Una galería de etiquetas que ponemos a los demás y que no
aceptamos para nosotros.
Cuantos dones se
pierden porque cuando entran a nacer, el primer comentario que se recibe es
negativo. Entonces nunca más lo intentamos ese don no se explota y nace la
frustración.
También nosotros,
muchas veces conocemos hace muchos años el camino del Señor y no hemos dejado
liberar todavía. No aceptamos cosas
dolorosas que nos tocaron vivir, nos da rabia acordarnos de un fracaso, de una
situación que nos gustaría haber podido resolver diferente, un abandono o una muerte
o cosas que vivimos en la infancia y no pudimos evitar.
Pidamos al
Espíritu Santo que nos muestre donde estamos heridos y digámosle: si tú me ayudas yo puedo perdonar y
experimentar tu sanidad. Lo que no se saca a la luz no se redime, así
que pidamos esa luz.
El perdón es un
mandamiento de amor para sanar. ¿Pero cómo se si ya perdoné? Muchas veces
pensamos o decimos, yo ya perdoné, pero nos acordamos de etapas de nuestra
historia con rabia o con frustración o todavía sentimos bronca cuando nos
acordamos de determinada persona.
Si todavía hay
dolor falta trabajar el perdón. Nunca vamos a dejar de recordar, sin hacerlo
sin rencor y sin dolor.
Estamos llamados
a vivir en libertad, no cargando o haciendo cargar dolor a otros. El dolor
enferma y lo sabemos sobradamente.
La salida de la
cárcel ya fue dispuesta, el auto de libertad fue firmado al pie de la cruz, es
hora de que corramos la reja de la prisión y empecemos a vivirla
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