sábado, 27 de noviembre de 2010

Prepara el camino

La vida cristiana es un ciclo continuo que nunca se interrumpe, porque siempre está recomenzando, y así cuando cerramos la carpeta de este año, ya tenemos en nuestras manos, la primera hoja en blanco del próximo. Hoja en blanco que nos recuerda que tenemos por delante un año pleno de desafíos y 365 oportunidades de servir a Cristo. Hoja en blanco que como toda gran empresa que se inicia, requiere reflexión.

Empecemos a escribir en esa hoja, consolidando las enseñanzas que hemos recibido durante este año, basándonos en ellas, para que nos sirvan de fundamento sobre el que construir el nuevo conocimiento, en cuanto orto praxis,  que habremos de adquirir.

La sabiduría de nuestra madre Iglesia, nos propone para iniciar el año litúrgico un tema con el que nos enseña, a que todo lo que comencemos en el nombre del Señor, tenga por principio, el Adviento, es decir el anuncio de su venida, la primera, la actual y la tercera.

Así comienza el ministerio de Jesús, con Juan Bautista como precursor, como la ‘voz que clama’, anunciando ni más ni menos lo que Dios padre ya le había encargado a Isaías casi ochocientos años atrás. Isaías 40:1-11

Si bien Juan fue bastante duro con sus contemporáneos, la Misericordia de Papito Dios, en la profecía, comienza con una exhortación amorosa: ¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!

He ahí la explicación del porqué en la noche de Navidad, creyentes y ateos, santos y pecadores, se sienten invadidos de una profunda paz, que no se explica, al punto de parar el cañón, al punto de hacer que la gente se confunda en un abrazo, cargado de sentimientos que no le son suyos. Es que el Espíritu de Dios, está invadiéndolo todo de consuelo divino.

Y continúa diciendo: Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, es decir díganle a mi pueblo, a todos mis hijitos amados, que ya su corazón no tiene que sufrir más padecimientos, que el tiempo en el cual no me conocieron, en el que se alejaron de Mí y estuvieron ausentes, se terminó.

La siguiente orden no se hace esperar, ‘preparen un camino en el desierto’, donde todo es aridez, donde no hay esperanza de vida, donde la sed duele y el sol mata en lugar de alimentar, nos dice que aún en el ambiente más adverso de todos, preparemos las condiciones para que Jesús pueda pasar y llegar hasta cada uno de sus hermanos.

Pero no lo hagan en la carne, porque Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos. Háganlo teniendo en cuenta que la palabra de nuestro Dios permanece para siempre, y de ella fluye su Espíritu, que es quien comunica vida.

No tengan miedo, ni se escondan, porque lo que están comunicando es lo que mi pueblo está esperando. Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor

Repasemos hasta aquí:

Consuelen:
Muchas veces nos olvidamos de esta exhortación y nos pensamos que lo que nosotros tenemos que hacer es advertir, reprender, ponerlo al otro en situación de reo y amonestarlo por todos sus pecados. Sin embargo los que Dios quiere que escuche es una palabra de aliento. Descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo, gozo, alegría (según la RAE)

Hablen al corazón:
Es decir lo que ya Pablo nos enseñó: Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. 1Co 2:13

Nuestro anuncio no va dirigido a convencer, sino a conmover. Por lo tanto, no tenemos que estudiar nada de memoria. No tenemos que ir con la Biblia debajo del brazo. Nuestro anuncio es de corazón a corazón, y si recordamos todas las bendiciones y el cariño que hemos recibido de Papito Dios, no necesitamos más nada porque de la ‘abundancia del corazón habla la boca’.

Preparen el camino
Para los que ya estamos en ‘el camino’, no hay duda de que esta directiva quiere recordarnos, que busquemos la santidad, para que el lugar por donde pase Jesús, sea digno del Rey de Reyes y Señor de Señores.

Pero para aquellos que están al costado, que todavía no se han decidido, por dudar que exigencias les puede plantear o porque no están convencidos de adónde los ha de llevar, se trata de facilitar a que Jesús pueda llegar hasta ellos.

Por lo tanto, colaboremos, quitemos todo obstáculo que les pueda entorpecer, para tener un encuentro con Cristo. No les impongamos cargas que a nosotros mismo, nos cuesta llevar. Si no pueden o no quieren asistir a la Misa, invitémosle a la reunión de comunidad, y si no están dispuestos a moverse de sus casas, ofrezcámosle nuestra visita.

Papito Dios, dice a través de Oseas (11:4) que nos ha atraído con ‘lazos de amor’, no queramos ser nosotros, quienes innovemos en este sentido. Dejemos que una vez que conozcan a Jesús, su amor demoledor les permita experimentar la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, y sea él quien les convenza de pecado.

No pretendamos acusar ni generar temor, porque el apóstol Juan nos enseñó: En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. 1Jn 4:18

Haz oír tu voz
Por último, no nos avergoncemos ni retraigamos, en ninguna tribuna, coloquio o reunión. Lo que nosotros llevamos no es ni más ni menos que ‘la buena noticia’, ¿quién puede hacernos callar? No hay argumento social, político, intelectual, que por bueno o bien intencionado que sea, por popular y apreciado que sea, pueda someterla, por una sencilla razón, que todos ellos vienen del hombre, mientras que ella viene de Dios.

Hermanos, terminemos el año, comenzando. Comencemos un nuevo capítulo de nuestra vida, anunciando.

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