Podríamos definirlo como un conocimiento que procede directamente del Espíritu Santo. Es como una luz que ilumina la inteligencia de tal modo que no puede dudar del origen y de la finalidad divina o no de los pensamientos, impulsos, experiencias o acciones de una persona o grupo. Es como dice el P. Monleón: "una mirada que nos da el Espíritu Santo y que ve en una persona o situación la llamada a una intervención del Señor: discernimiento de una vocación, de una herida secreta, de una influencia maligna, etc.".
I. Es un carisma porque es un don gratuito que Dios da a quien quiere y cuando quiere y mientras quiere. Por tanto, no se tiene derecho a él ni, una vez experimentado, puede uno prever que lo continuará teniendo. Todos estamos llamados a discernir, pero no todos a través del carisma. Se podrá hacer a través el arte o ciencia del discernimiento. El carisma es puro don.
2. El carisma de discernimiento es infuso, inmediato, instantáneo. No se apoya en conocimientos anteriores, no es producto de deducciones o relaciones. No se sabe nada sobre un problema o una persona o grupo y, de repente, veo qué está sucediendo en el interior del corazón, qué raíz o qué causa profunda es la que explica tal comportamiento. En el discernimiento "no-carisma" el conocimiento es progresivo, adquirido.
3. El carisma de discernimiento no duda porque el conocimiento viene del Espíritu, no de la razón. Es como una revelación interior que se impone al entendimiento y a la voluntad.
4. Puede adoptar la forma de don de ciencia o de conocimiento. Y sea en una forma u otra el objeto del discernimiento es el mismo: saber, conocer si el origen, la orientación de los que sucede a una persona o grupo, es de Dios o no. Por tanto, el carisma está orientado a discernir el origen divino o no de lo que sucede.
5. Este carisma - como todos los demás - se da para provecho de la Iglesia, no para utilidad del que lo recibe (1 Cor, 12, 7).
Diferentes tipos de discernimiento.
No hay más que un discernimiento, porque no hay más que un Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu el que está en el sentido común, el que inspira la doctrina de la Iglesia y se deja percibir en las "mociones" que sentimos en lo más íntimo de nuestra afectividad o de nuestra inteligencia. De ahí que podemos señalar con el P. Tardif tres tipos de discernimiento:
I. Discernimiento natural. Se vive gracias al sentido común, iluminado por la fe, dinamizado por la esperanza, orientado por el amor. Es el sentido común de los cristianos, es la sabiduría del pueblo de Dios. Este sentido común tiene en cuenta la personalidad de cada uno, su temperamento.
2. Discernimiento doctrinal. Es una preparación mas o menos intuitiva de la conformidad con la revelación de Jesucristo. "Siento" el acuerdo profundo con la Escritura, la enseñanza de los PP. y la doctrina de la Iglesia. Se afina a medida que progresa la familiaridad con la Escritura y el conocimiento de la Tradición.
3. Discernimiento carismático. Aquí la presencia del Espíritu impregna de paz, quema el corazón, que se ve desbordante de alegría, de compasión, totalmente descentrado de sí y vuelto irresistiblemente hacia el Señor y hacia los otros. Ni reflexión sabia, ni intuición afectiva sabrían justificar este discernimiento que me invade de súbito y sé que viene de Dios. Me permite dar las "palabras de conocimiento", esas pequeñas "revelaciones" inexplicables humanamente que me hacen decir lo que Dios está a punto de hacer en otro.
* Carisma de discernimiento. Este carisma exige siempre los tres discernimientos de los que hemos hablado más arriba, porque el único Espíritu se manifiesta presente en los tres caminos que nos permiten "sentir" que allí está el bien.
¿En qué casos interviene el carisma?
Si el carisma de discernimiento no es permanente, se nos plantea de inmediato la pregunta:
¿Cuándo interviene el carisma interviene cuando:
1) el discernimiento ordinario se encuentra bloqueado y no se puede avanzar más allá;
2) se hace necesaria, para el bien de una persona o de un grupo, una respuesta inmediata que no se podría obtener de otro modo.
3) El Señor lo juzga oportuno para el bien de alguna persona o grupo.
Discernir el carisma del discernimiento
“Queridos míos, dice San Juan, no se fíen de cualquier espíritu sino que prueben los espíritus para ver si vienen de Dios” (1 Jn. 4, 1). Por su parte San Pablo escribe: “No apaguen el Espíritu… pero examínenlo todo y quédense con lo bueno” (1 Tes. 5, 19). Como todos los demás carismas, también el de discernimiento tiene que ser discernido.
¿Quién ha de hacer este discernimiento?
Pablo VI, en su discurso a la II Conferencia Internacional de Líderes, en Roma, en 1970, señaló tres principios: a) fidelidad a la doctrina autentica de la Iglesia, b) han de ser recibidos con gratitud porque son "don" y no son para provecho propio sino de la comunidad, c) el más importante: que se ordene al amor, a la caridad.
Peligros para el que discierne:
- apegarse más al don que al autor del don y a la finalidad para la que es concedido.
- orgullo y prestigio personal, como si viniera de sus cualidades y no fuera puro don.
- utilizarlo mal, equivocándose en las conclusiones.
- tomar como luces del Espíritu lo que son deseos, temores o angustias propias.
Peligros para el discernido
- andar a caza de lo maravilloso. Hay quienes piensan que este carisma es automático, como una máquina de servir bebidas o tabaco. Se va tras las personas que pueden tenerlo como a un oráculo con apetito insaciable de "noticias espirituales". Podría ser una especie de magia como nos cuentan los Hch. 8, 9-24 de Simón el Mago que quiso comprar a Pedro y Juan el poder de hacer prodigios por la imposición de manos.
- pereza espiritual, infantilismo. En lugar de esforzarse por conocer los caminos de Dios, se buscan soluciones mecánicas, sin poner la ascesis necesaria. Las gracias de los comienzos no son las mismas que las de la madurez. El crecimiento en la vida espiritual requiere silencio, no espectacularidad. Sin la caridad, todo lo demás es nada. (Mt. 7,22-23).
Conclusión
“No hay que… fundar la vida espiritual sobre cosas exteriores a uno mismo: palabras, profecías, revelaciones, mensajes, etc. Se correría el riesgo de parecerse a un árbol de Navidad, cargado… con adornos exteriores, pero privado de savia y de vitalidad interior. La palabra discernimiento escuchada exteriormente… es una ocasión para verificar dentro, en el fondo de uno mismo. Siempre hay que retornar al fondo del corazón para percibir el llamado de Dios para el momento presente. Nadie tiene derecho a actuar de manera automática sin ir a ver al fondo de su conciencia lo que el Señor quiere decirle. De otro modo se estaría sacrificando el medio más precioso para ir hacia Dios: la conciencia profunda, el juicio y la libertad. Una palabra humana venida del exterior no puede reemplazar lo que el Señor dice en el fondo del corazón” (P. Robert Michel, Bulletin de Liaison, pág. 12).
Tomado de:(Nuevo Pentecostés, nº 38) CRITERIOS PARA EL DISCERNIMIENTO - P. José Mª Baz, s.j. El Carisma Del Discernimiento - Jacques Custeau, s.j.
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