viernes, 9 de abril de 2021

Confianza en el Espíritu Santo y Discernimiento

 

¿Por qué es importante confiar en el Espíritu Santo?

Ante esta pregunta seguramente habrá muchas respuestas válidas, vayamos por una de ellas.

Es importante confiar en el Espíritu Santo porque es Dios y ante cualquier curso de acción es seguro ser dócil a su inspiración y propuesta.

Como estoy seguro que Dios me ama y quiere lo mejor para mí, entonces puedo confiar tranquilamente que elegirá la mejor alternativa para mi bien, entonces, aún si no estuviera cuestionándome desde el punto de vista espiritual, igual convendría a mi calidad de vida.

Si hasta acá estamos de acuerdo, avancemos entonces a una segunda cuestión ¿cómo estar seguro que este pensamiento, discurso, argumento, moción, es del Espíritu Santo?

 Entre los carismas que el ES regala, está el “discernimiento”, en algunas traducciones “reconocimiento de lo que viene del buen o del mal espíritu” (1 Cor.12-10).

Ensayando una definición escueta: En la tradición del desierto «el discernimiento es una segura percepción de la voluntad de Dios en todas las ocasiones, en todo lugar y en cualquier circunstancia[i]

El discernimiento espiritual comprende la distinción de los movimientos del buen y del mal espíritu, así como el entender sus tácticas y estrategias.

¿Cómo ejercitar ese don recibido?

En esta breve aproximación, tomaremos una de las ricas herencias que nos han legado nuestros padres en la fe, Reglas De Discernimiento Del Espíritu De San Ignacio De Loyola.

La primera. Propio es de Dios y de sus ángeles, en sus mociones, dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación que el enemigo induce.

La segunda. Sólo es de Dios nuestro Señor dar consolación al alma sin causa precedente.

La tercera. Tanto el ángel bueno como el malo, pueden consolar. Con distintos fines: el buen ángel para provecho del alma, para que crezca y suba de bien en mejor; y el mal ángel para traer al alma a su torcida intención y malicia.

La cuarta. Es intención del ángel malo, engañar al alma, trayendo pensamientos que el alma percibe como buenos y santos, y después poco a poco llevarla a sus verdaderas intenciones encubiertas y perversas intenciones.

La quinta. Debemos cuidar mucho el discurso de los pensamientos; si el principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo bien, es señal del buen ángel; empero si en el discurso de los pensamientos que trae, acaba en alguna cosa mala, o menos buena que la que el alma tenía antes, o la enflaquece o inquieta o conturba quitándole su paz, tranquilidad y quietud que antes tenía, es proceder de mal espíritu.

La sexta: Si el alma se diera cuenta del engaño, entonces el mal espíritu le recordará los beneficios que le propuso antes (cuarta regla)

La séptima. A quien va bien en la vida, el buen espíritu le da alegría y gozo espiritual, le quita toda tristeza y turbación enemiga. Así, estas mociones entrarán en su vida como gotas de agua en esponja. En cambio, a esta persona, el mal espíritu lo entristecerá, desanimará y turbará. Al que va bien en la vida, el mal espíritu le presentará los obstáculos como insuperables, los ideales como irrealizables, aun con ruido estridente como gota de agua que choca sobre piedra

La octava. Cuando la consolación es de Dios nuestro Señor, la persona debe vigilar y poner mucha atención, porque muchas veces transcurrido un tiempo, por consecuencias de los propios hábitos y rutinas, de los conceptos y juicios, o por el buen espíritu, o por el malo, se puede dar lugar a nuevos propósitos y pareceres que no son dados por Dios nuestro Señor; y, por tanto, deber ser muy bien examinados; y, antes que se les dé entero crédito ni que se pongan en efecto.

Al decir de Ismael Bárcenas Orozco, las mociones son sugerencias e impulsos internos que incitan a que hagamos algo o dejemos de hacerlo. Toda moción suele incluir un estado de ánimo y un discurso. Agrupando, se distinguen dos tipos de estados de ánimo: Uno lleva a sentirse bien, tranquilo, alegre, en paz y en armonía. Otro lleva a sentirse mal, inquieto, triste, turbado y en desarmonía.

Otra dificultad en el discernimiento de espíritus consiste en que, primero, es necesario hacer un juicio sobre la situación existencial en que nos encontramos. Hay que preguntarse: ¿Mi vida sigue un curso positivo?, ¿Voy creciendo y subiendo a pesar de tropiezos eventuales? ¿O mi vida sigue un curso negativo? ¿En qué se me está yendo la vida? ¿Qué estoy haciendo de mí mismo? ¿Qué quiero hacer de mí en delante?

Algo muy importante a distinguir en la lógica de estrategias y movimientos espirituales es que, al buen espíritu, le gusta que el ser humano vaya existencialmente avanzando. En cambio, el mal espíritu intentará que retroceda. La misma estrategia se muestra en el caso de quien va existencialmente cayendo. En este caso, las tácticas de los espíritus se invierten. Al que va en decadencia, el mal espíritu le presenta el camino lleno de distracciones, falsos placeres y le dará palmadas en el hombro. A ese mismo, el buen espíritu podría atacarlo con medios terribles, punzando y mordiendo.[ii]

Confiar en el Espíritu Santo nos facilitará apropiarnos de sus regalos, entre ellos del discernimiento, ejercitar este carisma nos acercará más a Él, nos dispondrá con docilidad a sus mociones y aumentará nuestra confianza en Él, el círculo virtuoso será perfecto.

Después de enseñarnos el Padre Nuestro, el Señor nos prometió: “…el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan” (Luc. 11-13)

¿Desaprovecharemos la oportunidad?



[i] PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

[ii] Ismael Bárcenas Orozco - http://jesuitasaru.org/el-discernimiento-de-ignacio-de-loyola-en-nuestros-dias/

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