sábado, 30 de junio de 2012

Nos conocerán por nuestros frutos


Mateo 7:15-23
La semana pasada, cuando reflexionamos acerca de las comunidades cristianas como instrumento de bendición y de salud  para todos los hombres y mujeres, quedó pendiente la pregunta ¿por qué habría alguien de acercarse a nuestra comunidad?
Así como resulta de difícil poder explicarle los colores a una persona ciega de nacimiento, lo es, explicarle las verdades espirituales a alguien que nunca ha tenido noticia de ellas y que no asocia su necesidad vital con las respuestas que tales verdades pueden darle.
Cuando Jesús interroga a los apóstoles con respecto a qué pensaba la gente de Él y quién pensaban ellos mismos, que Él era - además de hacer que se revelara en Pedro la moción del Espíritu Santo anunciándolo como el Mesías - nos estaba dejando, a todos los discípulos una forma de evaluarnos.
En efecto, cuando Pedro reconoce que Jesús es el Cristo, está proclamando que es la solución que han estado esperando para sus vidas.
Cabe preguntarnos si los discípulos de hoy día, somos capaces de transmitir a los demás, que nuestra propuesta de vida es la solución que han estado esperando, que es lo que llena el vacío que queda cuando se agotan los recursos materiales, sentimentales y emocionales, que intentan ser un paliativo.
Cuidado que podemos estar cayendo en la categoría de falsos profetas de los que Jesús nos quiere alertar (Mateo 7:15)
Para un observador cualquiera, la diferencia entre una persona creíble y un charlatán ha de ser lo que percibe como nuestros frutos.
Dice San Agustín refiriéndose al tema:
“Por sus frutos los conoceréis”
        Preguntémonos sobre qué frutos el Señor quiere llamar la atención para reconocer el árbol. Algunos consideran como frutos lo que constituye las vestiduras de las ovejas, así los lobos pueden engañarlos.
      Quiero indicar aquí los ayunos, las oraciones, las limosnas y todas las obras que pueden ser hechas por los hipócritas. Sin esto Jesús no habría dicho: "Absteneos de hacer justicia delante de los hombres, para llamarles la atención " (Mt 6,1)...
     Muchos dan a los pobres por ostentación y no por benevolencia; muchos rezan o más bien parece que rezan, pero no lo hacen por Dios sino más bien por la estima de los hombres; muchos ayunan y fingen una austeridad asombrosa, para atraerse la admiración de los que ven sus obras. Todas estas obras son engaños...   El Señor concluye que estos frutos no son suficientes para juzgar el árbol. Las mismas acciones hechas con una intención recta y en verdad constituyen la vestidura de las ovejas auténticas...
        El apóstol Pablo nos dice por qué frutos reconoceremos el árbol malo: "Es fácil reconocer las obras de la carne: desenfreno, impureza, obscenidad, idolatría, brujería, odios, disputas, celos, cólera, disensión, sectarismo, rivalidades, borracheras, rencillas y cosas semejantes " (Ga 5,19-20). El mismo apóstol nos dice seguidamente por qué frutos podemos reconocer un árbol bueno: "Pero al contrario los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fe, humildad y control de sí" (v. 22-23).
       Hay que saber que la palabra "alegría" se toma aquí en su sentido propio; los hombres malvados en sentido propio ignoran la alegría, pero conocen el placer...  
      Es el sentido propio de la palabra, lo que sólo los buenos conocen; "no hay alegría para los impíos, dice el Señor" (Is 48,22). Lo mismo ocurre con la fe verdadera. Las virtudes enumeradas pueden ser disimuladas por los malos y los impostores, pero no engañan al ojo limpio y puro capaz de discernirlo. [1]
En nuestro jardín había una ‘Santarrita’ que no sabíamos cuidar y pensábamos que necesitaba mucha agua y estar a refugio del sol. Nunca dio una flor.
También hay un limonero muy viejo, taladrado por el gusano, de tronco grisáceo, con sus raíces apretadas, que no para de darnos limones dos veces al año.
¿Cuál de las dos plantas nos sirven mejor?
A veces caemos en el error de prepararnos demasiado, buscando la perfección – a la que somos llamados, sin dudas – pero nos quedamos mirando nuestro follaje y nada de frutos.
Al igual que la felicidad el cristianismo no es un lugar al que se llega sino el camino que se recorre.
No podemos esperar a llegar al final del camino para dar frutos. Aún en la búsqueda de la santidad, con nuestras miserias y nuestros pecados en proceso de conversión, tenemos que producir. Aún si nos plantan en un terreno que nos parece que no es el más apropiado para nosotros. Jesús mismo, dio gracias al Padre por ser como somos: Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.Mateo11:25
Debemos ser capaces de demostrarle al mundo, que la Vida Nueva, no es para los perfectos, no es para los que ya son santos, no es para alguna élite especial de elegidos, es para todos aquellos que reconociendo la necesidad, teniendo sed, vengan a beber de la Fuente del Agua Viva.
Aunque tengamos un talento, si conseguimos ganar otro, habremos dado fruto al ciento por uno.
Que el Espíritu Santo, nos ayude a discernir: el tiempo, la forma y el tipo de fruto que se espera de cada uno de nosotros.


[1] San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia Explicación del Sermón de la Montaña, cap. 24, §80-81

sábado, 23 de junio de 2012

Una sola alma y un solo corazón


Se nos pidió definir qué es una comunidad y nos pareció oportuno tomar como base la definición que nuestro propio pastor, el padre Julio C. Elizaga, hace de la misma.[1]
Una comunidad cristiana, es una agrupación estable, orgánica y fraternal de personas centradas en Cristo y llenas del Espíritu Santo y bajo la guía de su Pastor, que se sienten responsables unos de otros, compartiendo lo que son y lo que tienen, para ser testigos de Cristo, personal y comunitariamente, instaurando el reinado de Cristo en cada corazón y en todos los corazones, acelerando la gloriosa venida del Señor.
ESTABLE: Decisión explícita de pertenecer al grupo.Reconocimiento y aceptación por todos los demás miembros.Fidelidad a la comunidad en la prosperidad y en la adversidad. Reuniones semanales con participación activa de todos.
ORGANICA: Cuerpo bien articulado con funciones diferentes pero complementarias. Reconociendo, aceptando y promoviendo todos, el lugar y la función de cada uno de los miembros dentro de la comunidad. Sintiéndose parte de un mismo cuerpo cooperando para el bien del todo.
FRATERNAL: Hijos de un mismo Padre por la vida en Jesús que los hace miembros de la familia de Dios y movidos por el mismo Espíritu.
CENTRADAS EN CRISTO: Personas realmente convertidas al Señor, con un corazón nuevo y un espíritu nuevo y consiguientemente con una nueva escala de valores para descubrir y crear un nuevo orden humano. Encuentro personal de Cristo como Señor y Salvador con conocimiento experimental y comunicación permanente con el Señor. Se reúnen para escuchar su Palabra, orar juntos al Padre en su nombre y celebrar la Eucaristía.
LLENOS DEL ESPIRITU SANTO: Que han recibido la efusión del Espíritu Santo que congrega y forma la comunidad y le da vida y crecimiento. Que caminan juntos en el Espíritu dejándose iluminar, enseñar y conducir por El. Abiertos a las manifestaciones, carismas y ministerios para edificar el Cuerpo de Cristo.
BAJO LA GULA DE SU PASTOR: Siguiendo la orientación del Pastor puesto por el Espíritu Santo para apacentar a la Comunidad". Hechos 20, 28 Con el ministerio de organizar a los miembros para la edificación del Cuerpo de Cristo.
RESPONSABLES UNOS DE OTROS: Sufriendo y alegrándose juntos. Con intereses y comunión que va más allá de las reuniones. Dando y recibiendo apoyo. Cada uno acepta la responsabilidad del otro y comparte su propio ser.
EDIFICANDOSE MUTUAMENTE:  Exhortación mutua, corrección fraterna, búsqueda en común de la voluntad de Dios para cada uno y para el grupo. Impulso para servir a otros. Dando testimonio unos a otros de lo que el Señor está haciendo en ellos y por medio de ellos, manifestándose así la gloria de Dios. Impulsarse mutuamente para la evangelización y el servicio.
COMPARTIENDO LO QUE SON Y LO QUE TIENEN: Poniendo al servicio de los demás, todos sus talentos, carismas, conocimientos y experiencias. Una sola alma y un solo corazón, con apertura y trasvase de todas sus riquezas. Reflexión y planificación para el servicio y la evangelización. Algunas comidas todos juntos, algunos trabajos, estudios, y esparcimientos en común. Cada uno contribuye según su capacidad y se da a cada uno según sus necesidades. Apertura, intercambio y servicio con otras comunidades y con grupos más amplios. Y TODO para ser Testigos de Jesús, personal y comunitariamente, instaurando el reinado de Cristo en cada corazón y en todos los corazones, acelerando así la gloriosa venida del Señor.
COMUNIDAD Y EVANGELIZACION
Si la Comunidad cristiana es de la esencia del cristianismo, la evangelización es de la esencia de la comunidad cristiana. La evangelización es tanto un efecto de una vida cristiana saludable, como una causa de salud.
En el plan de Dios, la vida de amor y de unidad de las comunidades cristianas concretas, está destinada a atraer hombres y mujeres a la fe en Dios y en Jesús como el Salvador enviado que ama a los hombres.
La vida que se lleva y la palabra que se explica, la predicación, obran juntamente para atraer hombres a la fe.
En el plan de salvación de Dios cuenta con que hayan cristianos unidos visiblemente en comunidades cristianas, que muestren con sus vidas la realidad del amor de Dios en medio de ellos, que muestren la verdadera identidad de Jesús como el Salvador de Dios para todos los hombres.
El contexto para la evangelización es la vida comunitaria a nivel local. Si no podemos decir: Miren aquí hay una comunidad donde se vive la vida cristiana, nuestras palabras y nuestra evangelización son huecas y vacías.
La gente ya ha oído muchas teorías y lo que necesitan ver es una demostración. Necesitan ver realmente la vida en el Reino de Dios, donde hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, se relacionan con amor porque están centrados en Cristo Jesús.
Por eso dijo Jesús:
"Te pido Padre que todos ellos estén completamente unidos; que sean una sola cosa como Tu Padre está en míy Yo estoy en Tí, que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me enviaste". Juan 17.21
El pedido de Jesús de que todos seamos uno es, "para que el mundo crea". La total unidad de nosotros los cristianos es una necesidad.
Para que el mundo pueda ver lo que Dios realmente es, necesitamos vivir su vida, una vida de amor, de unión, de servicio y de compromiso.
La clave para llevar el mundo a Dios, es nuestra unión con Cristo y con los demás. El mundo necesita ver la totalidad de Dios y Dios quiere revelar esta totalidad a través de nosotros su pueblo cristiano. Nos dice Mons. Parteli:

"Así nuestra acción pastoral, estará articulada de manera orgánica bajo la guía del Pastor, con la participación de todos sus miembros activos para Pensar en Común, para Vivir en Común y para Actuar Solidariamente, en ámbitos diferentes, con una única mira, con un gran espíritu de corresponsabilidad y con una  entrega total a la causa abrazada: Instaurar el reinado de Cristo en cada corazón y en todos los corazones que, juntos hacen la familia humana y el clima que ella respira".




[1] Folleto: Vivamos en Comunidad – P. Julio C. Elizaga

sábado, 16 de junio de 2012

Tiempos modernos


Desde los principios de la predicación apostólica, la postura, el estado  de los discípulos es de confrontación. Así lo anunció Jesús [i] el Príncipe de la Paz, aunque parezca contradictorio. ¿Confrontación entre quiénes? Entre el Espíritu Santo y el espíritu de este mundo.
Muchas veces dejamos volar la imaginación, quizás influenciados por algunos filmes cinematográficos de ficción y se nos ocurre que tendremos que salir a enfrentar algún ser mitológico con cuernos y cola, que escupe fuego. O tal vez alguna especie de fantasmas que andan deambulando por ahí. La batalla no es tan fácil porque el enemigo no es visible[ii]
Como no es visible, y como la fantasía no se hace realidad, nos engaña haciéndonos creer que no está sucediendo. Cuando nos damos cuenta, ya nos ganó la desazón, la desmotivación y hasta llegamos a pensar, que nuestra lucha es en vano.
En lo que se conoce como el ‘testamento espiritual’ de Pablo, las cartas a Timoteo, el apóstol nos advierte de la situación al mismo tiempo que profetiza.[iii]
Los primeros discípulos deberion enfrentarse con aquellos que no creían que Jesús fuese el Mesías. Los discípulos de hoy debemos enfrentarnos con aquellos a quienes no les importa, ni les preocupa saber si hay un dios, con los indiferentes. Con el hombre mismo vuelto hacia adentro, únicamente hacia lo que las satisfacciones de lo sensorial puedan retribuirle.[iv]
Personas que creyendo que actúan de buena fe, o directamente desafiando todo principio, ya no religioso, sino ético y moral, quieren sepultar hasta las leyes naturales, no por lo que son sino por provenir de donde provienen. Si viene de la Iglesia de Cristo, es malo, es retrógrado es iracional, es fanatismo. Lo bueno es ser transgresor, eso libera y causa felicidad.
Personas que manejan la opinión pública, desde los gobiernos, los medios de comunicación, las universidades, intentando convencer que su pregón es bueno para el hombre. Que es bueno que nos convirtamos en una especie que mata a sus crías, o a sus enfermos y ancianos si son un estorbo para satisfacer nuestro ego o nuestra diversión. [v]
Personas que van formando una cultura, que nos envuelve, introduciéndose en nuestra intimidad, en nuestros hogares, en nuestra familias – las que todavía sobreviven – seduciendo a los más débiles.[vi] Y aquellos otros que aparentan estar en la búsqueda de la verdad, pero cuando ésta les roza, miran para otro lado o se desentienden. Que los hay mezclados entre los propios discípulos, consumidores de cuanto recurso cristiano surja, de los que no se obtiene la mínima muestra de amor o de servicio.[vii]
Muchas veces, sin darnos cuenta, participamos de su circo. Por supuesto que cuando nos dejamos envolver por su discurso. Pero también cuando los enfrentamos con sus mismos métodos. Pablo es contundente con su recomendación. ¡Apártate de esa gente! 2Ti 3:5.
Entrar en su juego es exponerse a que nos utilicen como ejemplo de aquello en lo que no se debe ser o parecer. Es dejar que nos dejen en ridículo para convencer a otros incautos. No es que nos importe que nos ridiculicen a causa del Señor, ellos no saben que nos están haciendo un favor, es que nos importan los incautos.
Pablo los compara con los magos del farón de Egipto que mientras Moisés trataba de mostrarle que venía de parte de Yahveh, ellos usaban su magia para distraerlo y convencerlo que no necesitaba creerle a Dios, para obtener los mismos resultados.[viii]
El no enfrentarlos, no implica que cedamos el terreno. Debemos ser astutos y mientras ellos se están vanagloriando, debemos ocuparnos del hombre común, aquel que todavía tiene los ojos velados para que no le resplandezca la Luz.
Pablo nos exhorta con toda su fuerza:
‘proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio. 2Ti 4:2 -5
No debemos olvidar, que nosotros no convencemos a nadie, quien convence es el Espíritu Santo y Él se manifiesta desde la Palabra.
El apostol nos recomienda que evitemos entrar en discusiones que nada aportan, así que no perdamos de vista a lo que vamos, nuestra misión es presentar a Cristo y dejar que Él haga el resto y discutiendo no lo vamos a conseguir, lo que lograremos es que el otro se cierre más  y no nos escuche.[ix]
Pidámosle al Espíritu Santo que nos de la sabiduría necesaria, que nos dirija, para que podamos discernir y darnos cuenta, quienes son enemigos y quienes terreno a conquistar.


[i]¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. Luc 12:51 
[ii] Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. Efe 6:12 
[iii] Quiero que sepas que en los últimos tiempos sobrevendrán momentos difíciles. 2Ti 3:1 
[iv] Porque los hombres serán egoístas, amigos del dinero, jactanciosos, soberbios, difamadores, rebeldes con sus padres, desagradecidos, impíos,  incapaces de amar, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien,  traidores, aventureros, obcecados, más amantes de los placeres que de Dios; 2Ti 3:2 -4
[v] 5  y aunque harán ostentación de piedad, carecerán realmente de ella 2Ti 3:5a
[vi] Así son los que se introducen en los hogares, seduciendo a mujeres frívolas y llenas de pecados, que se dejan arrastrar por toda clase de pasiones, 2Ti 3:6 
[vii] esas que siempre están aprendiendo, pero nunca llegan a conocer la verdad. 2Ti 3:7 
[viii] Así como Janés y Jambrés se opusieron a Moisés, ellos también se opondrán a la verdad: son hombres de mentalidad corrompida, descalificados en lo que se refiere a la fe. 2Ti 3:8 
[ix] El que sirve al Señor no debe tomar parte en querellas. Por el contrario, tienen que ser amable con todos, apto para enseñar y paciente en las pruebas. Debe reprender con dulzura a los adversario, teniendo en cuenta que Dios puede concederles la conversión y llevarlos al conocimiento de la verdad, haciéndolos reaccionar y librándolos de la trampa del demonio que los tiene cautivos al servicio de su voluntad. 2Ti 2:24 -26

sábado, 2 de junio de 2012

Pedir bien


En tiempos de ‘Llame ya’ y de ‘Obtenga ahora y pague después’ se le hace difícil a las personas encontrar un estado de paz, vivimos en épocas de urgencias por satisfacer necesidades de todo tipo, la mayoría de ellas, creadas por los analistas de marketing.
Lo angustiante, es que esa misma impaciencia por obtener cosas la llevamos a las demás áreas de nuestra vida, a nuestros sentimientos, a nuestras expectativas, a lo inmanente y a lo trascendente.
La experimentamos en lo personal, pero también en nuestras relaciones con los demás, con nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros amigos, con nuestros hermanos de comunidad.
La ansiedad logra que esperemos más de lo que el otro puede dar, o de lo que quiere dar o de lo que conviene que recibamos de él. Se producen entonces los conflictos, con nosotros mismos, con los demás y hasta con Dios mismo.
Santiago – el primo del Señor – nos pregunta desde su carta:
¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? 4:1
Nos atrevemos a actualizar la pregunta diciendo ‘entre ustedes [y en ustedes]’
Esas pasiones que están en dentro nuestro, pueden ser caprichos, pero también pueden ser válidas y justificadas, quizás hasta necesarias para nuestra vida. Pueden ser tanto un celular de la cuarta generación como la necesidad de sanación de un ser querido. No les carguemos las culpas tanto a ellas como a la forma como las manejamos.
En el siguiente párrafo, Santiago se refiere aquellos creyentes o no, que se enroscan en el círculo del desasosiego antes de acordarse de nuestro Padre y sentencia: Ustedes no tienen, porque no piden
Es que hasta los discípulos, muchas veces nos olvidamos de pedirle a papito Dios aquello que necesitamos, el motivo de nuestra intranquilidad. Sustituimos la oración por la acción, cuando aunque andando juntas, la segunda está supeditada a la primera.
Seguramente Santiago se acordaba de las palabras de Jesús cuando les enseñaba a sus discípulos: También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. Luc 11:9-10 
Alguien dirá: pero yo pido y no dejo de pedir hasta el cansancio y sin embargo no tengo la respuesta que espero.
Santiago, arriesga una causa probable en el versículo tres: O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.
Es muy importante que cuando estemos orando, en nuestros pedidos incluyamos no solamente el qué, sino también el para qué.
¿Cuál es la relevancia? Sencillo, pensando el para qué necesitamos lo que estamos pidiendo podemos llegar a darnos cuenta que si bien es algo que quisiéramos no es tan importante ni tan urgente y puede tener el trámite común en lugar del urgente.
Esto es tan válido para algo que necesitemos o queramos en lo personal como hasta para algún servicio que estemos prestando como discípulos.
Por poner un ejemplo. Supongamos que se nos mete en la cabeza pedirle al Señor el don de predicar su Palabra. Propósito muy loable si lo queremos para servir a Cristo llevando sus enseñanzas a aquellos que no la conocen, de ayudar a los que tienen dudas, de acompañar en el crecimiento espiritual a los que caminan a nuestro lado, y todos los demás beneficios implícitos en el don.
Pero, si nos ponemos en oración y cuando le vamos a decir al Padre el para qué, nos damos cuenta que nos gustaría que los demás nos pudieran ver desde el ambón, dominando las escrituras, y de esa forma podríamos destacar entre nuestros hermanos y ser reconocidos, que nos mirasen con otros ojos ya no como uno que va en el pelotón. ¿Verdad que deberíamos revisar nuestro pedido?
Otras veces nos concentramos demasiado en la solución. Pedimos aquello que nos parece que nos va a resolver tal o cual problema y en cierta forma le estamos poniendo las condiciones a Dios, diciéndole resuélveme esto, pero de esta forma, la que a mí me parece.
¿Será tan difícil orar como conviene?  Por supuesto que no. Tenemos un aliado que sabe mucho de esto y al que muchas veces dejamos de lado y es el Espíritu Santo. ‘… el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido’ Rom. 8:26
Nos conviene presentarle el problema al Espíritu Santo y pedirle que sea el quien le plateé el asunto al Padre, ya que él nos conoce a los dos. Conoce nuestras intenciones, pasiones y debilidades y también conoce la ‘forma de pensar’ de Dios. Está asegurada la  mejor forma de presentar la solicitud.
Para terminar, está el tema de la respuesta y de los tiempos. Muchas veces pasa que lo hemos hecho todo bien, pero la solución no llega.
Es curioso ver como, a nuestro criterio, Dios satisface los caprichos de algunas personas impertinentes y posterga los pedidos sensatos y realmente necesarios de otras. Suponemos que como buen padre que conoce el corazón y la personalidad de cada uno de sus hijos, maneja los tiempos de acuerdo a la madurez espiritual y al propósito que ha previsto a para sus vidas.
Debemos confiar en su criterio. En este caso el fin justifica los medios. El propósito que Dios quiere lograr en nuestra vida está por encima de los medios que use para lograrlo, aunque nos resulte duro o no lo podamos entender.
Jesús nos prometió que Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán Mat.21:22 Oración y fe, es decir confianza, nos darán el resultado, quizás no tanto en el qué, pero sin duda en el para qué.
Aprendamos a pedir como conviene y lo que conviene, tengamos en cuenta que la sabiduría produce paz, y aliémonos al Espíritu Santo quien en estos tiempos es la propia Sabiduría que Jesús nos regaló.