viernes, 31 de octubre de 2008

Cómo discernir la voluntad de Dios

Introducción:
Tomado de una prédica del Pr. Tony Hancock

En la vida del Discípulo, muchas veces, diríamos que diariamente, se nos presentan ocasiones en las cuales, nos vemos obligados a tomar decisiones, que demandan discernimiento. En esas ocasiones es cuando más nos tenemos que preguntar ¿Qué haría Cristo en mi lugar? ¿Cuál es la voluntad de Dios en este asunto?
Reflexionemos con la ayuda del Espíritu Santo, en base al texto que sigue a continuación.
Desarrollo
Dios no nos llama a conocer su voluntad mediante señales físicas o mágicas. Más bien, nos llama a caminar con él en una relación tan estrecha que podamos discernir su voluntad espiritualmente.
Si queremos que esto se vuelva realidad en nuestras vidas, tenemos que desear la voluntad de Dios. Si no estamos interesados en hacer la voluntad de Dios, no podremos conocerla.
Para descubrir la voluntad de Dios para tu vida, tienes que tomar en cuenta primero su voluntad universal para todos. La voluntad de Dios para ti nunca estará en conflicto con su voluntad universal revelada en su Palabra.
En su despedida de los ancianos de Éfeso el apóstol Pablo hace mención de esta realidad. Él dice en Hechos 20:27: "Sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios". El propósito de Dios se refiere a su plan, su intención. Pablo no nos da a entender que él se haya convertido en alguna especie de consultante profesional, a quien los ancianos acudían para recibir un plan personalizado de Dios para sus vidas.
Él se refiere, más bien, al propósito que Dios tiene para todo creyente y para este mundo. La importancia es ésta: Dios nunca te guiará a hacer algo que esté en contra de su propósito revelado en las Escrituras.
Juan Wesley dijo: "No te apures en atribuirle cosas a Dios. No supongas fácilmente que sueños, voces, impresiones, visiones o revelaciones son de Dios. Pueden ser de él. Pueden ser de la naturaleza. Pueden ser del Diablo".
Si quieres saber la voluntad de Dios, entonces, empieza conociendo la Biblia. Esto es imprescindible. Si quieres navegar sobre el mar, tienes que conocer el mapa. Si quieres viajar con seguridad en la vida, tienes que empezar conociendo el mapa divino, la Biblia.
Dicho esto, la voluntad de Dios también tiene un aspecto personal. En varios lugares, Pablo dice lo que vemos en 1 Corintios 1:1: "Pablo, llamado por la voluntad de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús". Pablo no eligió ser apóstol. Dios lo llamó.
De igual manera, más allá de su voluntad universal revelada en la Biblia, Dios también tiene propósitos y deseos individuales para cada uno de nosotros. ¿Cómo podemos saberlos?
Vivir la voluntad de Dios para nuestras vidas no es algo mágico. No se trata de impresiones o de señales milagrosas. Se trata, más bien, de nuestra responsabilidad y de la mano divina de Dios.
Encontramos estos dos lados en Filipenses 2:12-13:
2:12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Por un lado, se nos llama a llevar a cabo nuestra salvación. Esto envuelve disponernos a obedecer las normas divinas, estar dispuestos a sacrificar nuestros deseos por servir al Señor, y buscar oportunidades para extender el mensaje a otros.
Dios quiere, en otras palabras, que busquemos formas de vivir la salvación que Dios nos ha dado mediante la fe. No es tanto cuestión de buscar dirección misteriosa mediante sueños, impresiones o señales - aunque Dios nos puede hablar de estas formas - sino de perseverar en la oración, tomar decisiones bien pensadas y desear ante todo agradar al Señor.
Esto envuelve usar la mente que Dios nos ha dado. La fe bíblica no es una fe irracional. Dios nos ha dado el cerebro para usarlo. Debemos de considerar nuestras decisiones.
Proverbios 21:5 dice: "Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!". Muchas veces buscamos que Dios nos guíe de una forma mística porque somos perezosos. No queremos hacer el esfuerzo de considerar las alternativas y planear para el futuro. Dios nos llama a planear; simplemente nos exige que recordemos siempre que él puede cambiar nuestros planes.
También envuelve buscar consejos. Proverbios 20:18 dice: "Afirma tus planes con buenos consejos". Cuando enfrentes alguna decisión grande, busca la opinión de creyentes maduros. Considera sus consejos.
Aplicación
En cualquier momento podemos llegar a equivocarnos en las decisiones que tomemos, porque al fin y al cabo somos humanos y por lo tanto falibles.
Sin embargo estas equivocaciones han de ser más fácil de revertir, si antes sometemos nuestros planes a Dios. Él va a intentar de todas formas prevenirnos, pero si aún así nos equivocamos, hemos de encontrar la forma de solucionarlo mucho más rápido si nos dispusimos con humildad a aceptar su voluntad, que si con soberbia o autosuficiencia, nos pareció que podíamos prescindir de Él.
Qué mejor ocasión esta, para acercarnos confiadamente a preguntarle: ¿Qué debo hacer Señor?

viernes, 24 de octubre de 2008

LA LECTIO DIVINA

Introducción:
Un dicho popular expresa ‘Lo que abunda, no daña’, dicho que no se debe aplicar con liviandad cuando ‘lo que abunda’ es conocimiento y mucho menos, si ese conocimiento, refiere a la Palabra de Dios.
Esta aseveración que parece un contrasentido, tiene su base en la observación de muchos hermanos, que han recibido con tanta abundancia, el Agua Viva, que parecen haberse anegado de tal forma, que por más que lluevan prédicas, reflexiones o enseñanzas, estas no producen ningún cambio en su vida. En un ejemplo muy grosero, pero muy gráfico, parecen aquellos cocineros que de tanto probar manjares exquisitos, han perdido el placer de disfrutar de una buena comida.
Como Discípulos de Cristo, debemos estar prevenidos y atentos para que esto no nos suceda. Para ello, vamos a compartir sobre un instrumento que el Concilio El Vaticano II propuso como una forma privilegiada de contacto continuo y orante con la Sagrada Escritura no sólo para los sacerdotes o los religiosos, sino para todos los laicos: la Lectio Divina


La Lectio Divina no es un simple método de lectura de la Sagrada Escritura, sino una forma de encuentro con Dios de la mano de la Biblia misma. Parte de la convicción de que a través de la Escritura Dios mismo nos sale al encuentro y de que las palabras escritas allí se dirigen precisamente a nosotros en medio de los gozos, anhelos, esperanzas o desilusiones del momento personal o social en que nos encontremos.
Desarrollo
1. STATIO. Preparación.
Disponer el cuerpo y el espíritu. Postura y compostura. Cesar en la ocupación o en la acción en que se estaba. Buscar el sitio. Pedir ayuda a Dios.
• Tomo con amor el Libro. Lo pongo entre mis manos como si fuera un tesoro. Lo levanto a los labios. Lo beso. El cuerpo, en contacto directo con el Libro, dice: aquí estoy.
• Con el corazón limpio y con humildad, invoco al Espíritu Santo; pido que se haga presente con sus dones (entendimiento, sabiduría, consejo...).
2. LECTIO. Lectura.

Lectura reposada, sin prisas. Atenta al contexto, a las referencias, a los textos paralelos. Lectura repetida, intentando comprender todos los matices de lo que se va leyendo. Buscando captar el significado.
• Acaricio con la vista todas las palabras. Poso la mirada con amor en cada una de las frases. Me detengo en cada rincón del texto. Leo. Releo. Subrayo o escribo una palabra.
• Sugerencia 1ª: preguntas elementales al leer: ¿qué dice el texto? ¿quiénes son los protagonistas? ¿qué hacen? ¿quién habla? ¿a quién habla? ¿qué hecho o expresión parece fundamental?
• Sugerencia 2ª: técnicas elementales que se pueden utilizar
- memorizar el texto; guardarlo en el corazón, en todo o en parte;
- escribir el texto; con mimo, como los copistas o miniaturistas;
- comparar distintas versiones (con alguna otra Biblia);
- leer no sólo con la mente, sino con los labios: en alto, bajito, susurrando, proclamando...
3. MEDITATIO. Meditación.

A la lectura atenta sigue la meditación reposada. Las palabras leídas se guardan ahora en el corazón para que sean iluminadas por el Espíritu. Para llegar a conectar ahora con el mensaje central o global de la Palabra. Con el núcleo del mensaje bíblico.
• Recojo las palabras o hechos que más me han llamado la atención: ¿qué significan para mi? ¿por qué me impactan?
• Interiorizo o rumio estas palabras o hechos; desde la mente pasan al corazón y toman asiento en él: ¿qué siento yo? ¿cómo me siento yo?
• Veo mi vida y la vida, mi historia y la historia, a la luz de esa Palabra: ¿qué me sugiere? ¿qué ilumina? ¿qué reclama de mi?
4. ORATIO. Oración.

De la meditación brota la oración. De la acogida, el diálogo como respuesta al Señor que ha hablado
• He meditado el texto. Ahora el texto que se me ha dado lo hago oración. Y toma cuerpo: pido perdón, o suplico e intercedo, o alabo y doy gracias, o me ofrezco y entrego...
5. CONTEMPLATIO. Contemplación.

La oración desemboca en la contemplación. La atención y la mirada pasa ahora de la Palabra leída, meditada y orada a Aquel que me habla.
• Dejo de discurrir con la cabeza. Dejo de hablar con el corazón. Doy espacio al Espíritu para que en mí adore, alabe y glorifique... Pongo toda mi vida abierta a la Palabra. Me inunda. Me empapa. Enmudezco o canto. Me postro o danzo. Adoro. Lloro. Me asombro. Ahí voy siendo revestido de Jesús, configurado con El; voy siendo hecho creatura nueva...
6. DISCRETIO. Discernimiento.

Este paso se va dando a lo largo de todo el proceso de lectura, escucha, meditación, contemplación. Discernimiento. Elegir según Cristo, como Cristo. Concretar la voluntad de Dios.
• Ahora recojo, como luz y fuerza, aquello que he visto con más claridad y en qué dirección me empuja. Como respuesta a lo que Dios quiere de mí, aquí y ahora; a lo que el Espíritu, a través de esta Palabra, pide hoy de mí, en la situación concreta que vivo.
7. COLLATIO. Intercomunicación.

A la hora de responder a la Palabra se puede compartir con otros, con los hermanos o hermanas. Cabe la posibilidad de “la lectio” personal y comunitaria. Los primeros pasos de la “lectio” se pueden hacer en privado, haciendo la lectura de un mismo texto... Luego vendría el reunirse en asamblea.
• Aporto los ecos que la Palabra ha suscitado en mí. En clima oracional. Sin disquisiciones o disertaciones. Como intercambio de experiencias y vivencias (llevarlo escrito puede ayudar).
8. ACTIO. Respuesta.

La Palabra, escuchada desde la fe y con fe, hace que, poco a poco, Cristo mismo nos vaya conformando a su imagen y semejanza.
Cuando la Palabra nos habita, también nos habilita para llegar a ser palabra, signo, expresión del amor y de la comunicación de Dios.
La Palabra nos va agarrando por dentro. Leída, meditada, orada y contemplada nos va empujando y nos lleva a conectar continuamente con la realidad de cada día para ser vivida, testimoniada, anunciada.

• Ofrezco, en el día a día, a los demás el agua viva que a mi me va transformando; mi propia vida como anuncio, con obras y palabras.

Los textos fueron tomados de:

Iniciación En La Vida Misionera (Manual Del Novicio Claretiano)

Aplicación
Ejercicio:

Hagamos el ejercicio de la Lectio Divina con el siguiente pasaje: ‘De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.’ Juan 13:35
La Palabra de Dios, si bien nos ha sido dada por gracia, no es un regalo, es un compromiso. El propio Señor Jesucristo, el Verbo, se hizo carne, es decir pasó de lo ‘lógico’ a lo ‘físico’, de la reflexión a la acción. Tan es así, que algunos comentaristas bíblicos afirman, que la Enseñanza de Jesús, no fue Ortodoxia (mediante la doctrina) sino que fue Ortopraxis (mediante la práctica)
Si te está llegando la Palabra y no arde tu corazón, si no sientes que nada cambia en ti, si la Palabra no es energía que se transforma en conversión y en acción, si rebota en tus oídos y no llega a tu corazón, pregúntale con confianza ¿Qué debo hacer Señor?